domingo, 14 de diciembre de 2008

OLA DE VIOLENCIA EN GRECIA TRAS MATAR LA POLICIA A UNJOVEN


El muchacho, de 16 años, fue alcanzado por un tiro cuando atacaba a una patrulla la noche del sábado

Al grito de «¡Asesinos de uniforme!», miles de manifestantes tomaron ayer las calles de las principales ciudades griegas para protestar por la muerte de un adolescente de 16 años en Atenas a manos de la Policía en la noche del sábado. Los disturbios son los peores registrados en los últimos años y parecen incontrolables, sobre todo después de que el Gobierno descartara una actuación de fuerza por parte de las fuerzas de Seguridad ante el temor de que se produzcan nuevas desgracias.
La chispa que provocó el estallido de levantamiento social tuvo como escenario Exarchia, en el distrito central de la capital helena. Allí, un grupo de jóvenes anarquistas, la mayoría menores de edad, protagonizaron una jornada de protestas violentas que ya se han convertido en habituales durante los últimos fines de semanas. Los alborotadores protestaban contra las decisiones económicas adoptadas por el Gobierno para frenar la crisis económica.
Según distintas versiones, adolescentes lanzaron piedras y cócteles molotov contra una patrulla policial que acudió a la zona alertada por los vecinos ante la destrucción de instalaciones municipales y comercios que llevaban a cabo los jóvenes. Los agentes aseguraron que se vieron rodeados por unos treinta manifestantes y que se vieron obligados a realizar disparos de advertencia para dispersarlos, pero lo cierto es que el menor Alexandros Grigoropoulos resultó alcanzado por un tiro en el tórax y murió sobre el asfalto. Varios medios de comunicación recogieron testimonios de testigos que afirmaban que el funcionario policial «disparó contra el adolescente a sangre fría».
Boca a boca
La noticia corrió inicialemente por Atenas y posteriormente por toda Grecia por medio de un boca a boca irrefrenable que desembocó en «los peores incidentes de los últimos años», según aseguró ayer el Gobierno conservador. El ministro del Interior, Prokopis Pavlopoulos, anunció ayer la apertura de una investigación sobre los hechos y el arresto de dos policías, al tiempo que garantizó «un castigo ejemplar» para los culpables. Pavlopoulos presentó asimismo su dimisión, pero fue rechazada por el primer ministro, Costas Karamanlis., cuyo frágil gabinete ha perdido este año a tres ministros por distintos escándalos. Pero el Ejecutivo, que soporta una ola de huelgas durante las últimas semanas por su política de privatizaciones, la reforma del sistema de pensiones y el costo de la vida, no ha logrado convencer a los manifestantes, que ayer tomaron el país de norte a sur, incluidas las islas de Creta y Corfu.
Estudiantes y anarquistas materializaron sus protestas en el incendio de automóviles y roturas de escaparates. En Atenas, miles de manifestantes -muchos de elos con capuchas negras- armados con piedras, palos y bombas incendiarias intentaron tomar el cuartel general de la Policía, donde se encuentran confinados los agentes detenidos. Los cuerpos antidisturbios se vieron obligados a usar gases lacrimógenos para dispersarlos, pero los daños materiales fueron muy importantes por la violencia que ejercieron cuando se replegaron hacia la universidad.
En Exarchia, donde son habituales los enfrentamientos entre jóvenes radicales y fuerzas de seguridad, ninguna patrulla se atreve a entrar y sus vecinos dicen haber sido abandonados por el Gobierno en un clima de caos y delincuencia.

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